miércoles, 11 de febrero de 2015

Sobre el prólogo de 'Better Call Saul'.

¡Posibles spoilers!
¡Huid!

Dicho esto, las formas importan. Hemos podido apreciar esto en los dos primeros episodios de Better Call Saul, donde no ha quedado duda de que estamos ante una muy digna heredera de su papá Breaking Bad. Ya en el mismo prólogo del capítulo piloto, el nivel de la narración audiovisual es abrumador y un gran ejemplo de cómo contar mucho enseñando muy poco.
Después de un tedioso y monótono día de trabajo (aunque con sobresalto incluido), la sombra gris de lo que antaño fue alguien "importante" vuelve a casa para sentir el peso de la nostalgia. El hombre, cuya nueva identidad desconocemos, decide poner un viejo VHS que tiene muy bien escondido, para recordar mejores tiempos. Se nos muestra un perfil borroso, incómodo, irrelevante:


Sin embargo, cuando el audio se hace más claro, también lo hace la imagen. A medida que la voz del vídeo va tomando forma, así también la persona frente a la cámara:


Todos conocemos esa voz, la voz del abogado que acompañó a Walter White durante su transformación en el genio criminal Heisenberg. El hombre gris también la reconoce. Sus ojos cobran vida gracias al reflejo del anuncio de televisión que está viendo, recuerdo de una época mucho más colorida, literalmente:


La voz cobra fuerza, al igual que la mirada del hombre gris. Las últimas palabras que escuchamos, con mucha claridad, nos transmiten un fuerte deseo: better call --
Entra cabecera. Saul Goodman resucita.

Y así durante todo el episodio.


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